jueves, 4 de junio de 2015

Acerca de los discos, mis discos y los primeros discos

Colaboración escrita por Escuadrón 04 de la Fuerza Aérea, División Bangkok

Me cuelgo del tema anterior que dejó la amiga!

El primer disco que tuvimos fue pirata, pero era porque nos gustaba escuchar música y los discos eran muy caros. Aún hoy son muy caros, y los discos que teníamos eran tan piratas que no eran más que compilados de temas aleatorios grabados en un disco con el Nero. Eran discos imposibles que, en definitiva, eran los que más nos gustaban. Nuestros propios grandes éxitos.

Luego llegó mi primo y me empezó a copiar sus propios discos, y tuve acceso a discos reales, identidades completas de discos hechos para ser escuchados completos. Esos son mis favoritos, discos tan buenos que no tiene sentido separarlos sino que es mejor escucharlos completos una y otra vez.[I]

Un discazo que vale la pena escuchar completísimo y que a mí me tiene encantado es el Enter the Wu-Tang (36 Chambers) de Wu Tang Clang y el espectacular Live at Newport de Duke Ellington. Discazos.

"Somos un grupo de negros fuma coca y se nos va a salir lo medieval contigo"[II]

En algún punto tuvimos nuestros propios discos originales. El primero que recuerdo, nítido en la memoria, es el Let’s go de Avril Lavigne. Regalo de navidad, lo buscábamos con mi papá en el Falabella. Si yo mismo me hubiera visto ahí pidiendo ese disco no habría dado un solo peso por mí. Que me muriera.

Pero de pronto los discos, como arte, lírica y objeto físico se convirtieron en sinónimo de perfección. Porque no era cosa de tener cualquier disco. Entre lo caro que eran y lo simbólico que representaban pasaban a convertirse en objetos únicos. Tengo gran parte de los discos de Pink Floyd y de Red Hot Chili Peppers. Tengo discos de Yes –bellísimos en arte- y un disco de Frank Zappa. Tengo dos estucheras llenas de discos aleatorios, desde compilados de Manu Chao hasta discos que nunca rotulé y de cuyas bandas me olvidé.

Tengo mi disco favorito, que es un disco de canciones de Emir Kusturica y Goran Bregovic, un compilado del que nunca he sabido el nombre de las canciones, imposibles de entender, y del cual siempre he querido saber cómo se llama el track 7.

El disco nos importa porque nos liga a muchas cosas. Evoca recuerdos y simboliza mucho más que solamente música. Nos define por la importancia que tiene para nuestra vida y por todo lo que ha significado en ella. De manera positiva, un disco original estimula el mercado discográfico – está bien, sabemos que es explotador, pero al menos estamos comprando música y no una hamburguesa[III]- además del trabajo de músicos honestos –o que creemos / esperamos / agradecemos sean honestos- que no sólo comparten su interioridad sino que también comparten su trabajo, y ese, creo yo, es un punto importante:

Considerar que cada disco significa el trabajo final de otra persona, indistintamente si nos gusta su música o no, que pretende compartirse a partir de la labor que ha realizado y que se ve materializada en las canciones que escuchamos y en el producto final que es un disco. Es una manera de valorar y reconocer el trabajo de otro en tanto es su propia fuerza de trabajo[IV] y en tanto es un objeto artístico. Dejemos de pensar en aquellos trabajos discográficos netamente comerciales y concentrémonos en aquellos discos que no sólo nos marcaron, sino que sabemos tienen una intención sincera y que la razón de ser de su existencia física en tanto objeto –el disco- no son más que la expresión final y sintética de un trabajo global. Cuando compras un disco –cuando lo escuchas- estás reconociendo que hay un otro –igual a ti y distinto- que en su proceso de trabajo, en su proceso productivo creó un objeto que, en definitiva, te cambió e influyó en ti. Lo que eres hoy, tus gustos, lo que piensas ahora mismo, el resto de la música que te gusta, son resultado de ese disco –y de toda la información y cultura que consumes día a día[V]-. 

Somos y eres una construcción.

Pd: Les adjunto el disco que estaba escuchando mientras escribía esto y que recomiendo para subir el ánimo.




Notas bibliográficas:



[I]  Es interesante el caso de las ‘Operas rock’, concepto puesto en boga por The Who con su disco Tommy (1969)

[II] Parafraseando el gran diálogo que sostiene Marcellus Wallace con Zed, después de que Butch lo salva de seguir siendo violado, en la película Pulp Fiction (1994) de Quentin Tarantino.

[III] Aunque el tema, por supuesto, no termina aquí, pues sería interesante analizar de qué manera un disco puede convertirse en un objeto de consumo fetichista y suntuario, similar a cualquier frivolidad que puedas comprar o como puede ser entendido como un objeto de uso práctico y útil.

[IV] Nos referimos, por supuesto, a lo expresado por Marx y explicado de manera magistral por Marta Harnecker en su libro ‘’Los conceptos elementales del materialismo histórico’’

[V] Que en definitiva integran lo que Gramsci llama ‘Hegemonía’ y que Althusser atribuye a la ‘Ideología’. (Para estos y otros términos revisar el libro de Perry Anderson ‘’Consideraciones sobre el marxismo occidental’)

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